DONDE EL PUDOR NO ENTRA, Y EL RITMO NO PARA

Donde el pudor no entra, y el ritmo no para

Donde el pudor no entra, y el ritmo no para

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Las luces parpadean, el humo sube, y en la pista, alguien con orejas de conejo baila junto a un sujeto disfrazado de astronauta. No es una alucinación ni una escena de una película clase B de 1986: te encuentras dentro de una dimensión llamada discoteca exótica. Un sitio donde el sentido común no fue invitado y la locura lleva tacones de colores.

Son realidades alternas disfrazadas de fiesta. No presencia glamorosa pretenden encajar: celebran su rareza con espuma, láseres y beats turbios. Aquí se premia lo raro, se aplaude lo ilógico y se baila con lo absurdo.

Lo primero que debes hacer es olvidarte de la clásica combinación de luces LED y reguetón sin descanso. Sí, no te mentimos, a veces hay algo de eso también, pero lo que sucede entre esas paredes es más psicodélico que una simple noche de fiesta.

Para que te hagas una idea, en Tokio hay un club donde los camareros no son humanos sino robots. Sí, robots reales. Estos androides te entregan el trago con brazos robóticos mientras una diva con peluca gigante canta ópera sobre una tarima luminosa en forma de serpiente. ¿Lógico? No mucho. ¿Espectacular? Sin duda.

Otro sitio impresionante es una cueva en Ibiza. Y sí, una cueva real de roca y eco. Ahí dentro, rodeado de estalactitas, puedes encontrar DJs tocando deep house mientras un chamán realiza un ritual tribal con humo de salvia. Auténtico trance espiritual con vinilo y humo.

Lo peculiar es que aquí convergen tribus que nunca pensarías ver juntas. Desde el típico turista en sandalias hasta un magnate con lentes oscuros a las 2 de la mañana. Nadie te juzga por tu outfit, solo por no bailar.

Obviamente, no podemos ignorar la ambientación. ¿Disfrutar el beat con la sombra de un dinosaurio gigante bailando contigo? ¿Relajarte en un trono barroco con una llama disecada como guardiana? Todo es posible. Mientras más surrealista, mejor.

Podrías asumir que estos lugares están reservados para modelos digitales y viajeros VIP. Spoiler: no es así. La fauna nocturna es igual de diversa que los absurdos del lugar.

Algunos llegan movidos por el puro “a ver qué pasa”. Entraron con expectativas cero y salieron con recuerdos que parecen sueños lúcidos.

También están los que buscan algo distinto, más allá de lo típico. No buscan perreo: quieren performance teatral con mimos intérpretes de ópera rock.

Y claro, los que consideran lo bizarro como estilo de vida. Su álbum no tiene fotos: tiene delirios certificados. Con solo oír "fiesta alienígena con tragos radiactivos", ya tienen el traje listo y la entrada asegurada.

¿Y qué sucede cuando pisan la pista? Todo lo imaginable y más. Se mueven con uvas con piernas, se pintan el cuerpo con tinta fluorescente y reciben burbujazos gigantes mientras toman mezcal. Todo es una mezcla entre performance, carnaval y festival indie.

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